Ahora que la FIFA ha tirado la casa por la ventana para celebrar su nuevo y reluciente Mundial de Clubes en Estados Unidos, con treinta y dos equipos, estadios monumentales, luces de espectáculo y patrocinadores hasta en los descansos del VAR, cuesta no mirar atrás y recordar el año 2001. Porque sí: el primer gran Mundial de Clubes de verdad iba a jugarse en España, y su corazón iba a estar en Koruña, con el estadio de Riazor como sede principal. Lo que hoy son focos en Nueva Jersey, entonces iba a ser brisa atlántica , samba y fiesta mundial en Riazor.
Pero aquel sueño se vino abajo, y no por culpa del viento del Orzán.
Lo que pudo ser un escaparate mundial para nuestra ciudad –con el Dépor como anfitrión de equipos como el Real Madrid, el Galatasaray, el Palmeiras o el Boca Juniors de Riquelme– se fue por el sumidero de una crisis financiera, intereses cruzados y decisiones mal cocinadas. Ahora que la FIFA presume de su nuevo formato y se pasea por Norteamérica con traje de gala, es buen momento para contar por qué aquel Mundial de Clubes de 2001 nunca se jugó… y cómo Koruña rozó con los dedos un lugar en la historia del fútbol que hoy ocupa otro.
Riazor y el Mundial que nunca fue
Puede sonar a delirio megalómano o a cuento inventado en una noche de chiquitas en la calle Galera, pero es verdad verdadera: Koruña iba a ser sede del Mundial de Clubes del año 2001. el segundo Mundial de Clubes después del primero disputado en Brasil, el año anterior.
Riazor estaba destinado a ser el gran escenario del torneo, con el partido inaugural, seis partidos más y hasta una semifinal. Todo gracias a una mente que soñaba a lo grande: Augusto César Lendoiro.
El ex presidente del Deportivo, que por entonces vivía sus años dorados, logró convencer a la FIFA, al Concello, a la Diputación y a la Xunta para montar en Koruña una de las sedes del torneo más ambicioso del fútbol de clubes. Se habían apuntado pesos pesados como el Real Madrid, Boca Juniors, Palmeiras, Los Ángeles Galaxy, Al-Hilal o el Zamalek. Y por supuesto, el Dépor, campeón de Liga, fichando estrellas como Valerón, Tristán, Molina o Capdevila.
Sorteo mundialista… ¡en el Monte de Santa Margarita!
Hasta el sorteo oficial se celebró en Koruña. Aquel 5 de marzo de 2001, el Palacio de Congresos recibía con la gran cascada de Paco Vázquez a delegaciones de los cinco continentes. Lendoiro hablaba de Riazor como trampolín hacia la final soñada en el Bernabéu. El Dépor no era invitado de piedra, sino uno de los favoritos. El sueño era real.
El grupo del Depor con un Lendoiro pletórico, a punto de cumplir el sueño prometido de ganar un título mundial. |
El cuento de la lechera
Pero el sueño duró lo que dura una cerveza mal tirada: poco. La empresa ISL, que gestionaba los derechos comerciales del torneo, quebró. La FIFA se echó atrás. Y la indemnización que llegó fue una risa amarga: 750.000 dólares en lugar de los 50 millones que prometía el reparto de premios. Lendoiro lo dijo sin rodeos: “Nuestro sueño mundialista se convirtió en la peor de las pesadillas”.
No solo fue una ruina económica, sino también anímica. En plena forma, siendo declarados el 4º mejor club del mundo por la FIFA, el Dépor se quedaba sin Mundial. Sin Boca. Sin Palmeiras. Sin Bernabéu. Y sin ver a Lendoiro rodar cuesta abajo por la Cuesta de la Unión, como había prometido si el Dépor ganaba el título.
¿Por qué no se jugó el Mundial de Clubes de 2001 en Koruña?
La edición de 2001 del Mundial de Clubes de la FIFA, que iba a celebrarse en España con sede principal en Koruña (Riazor), fue suspendida oficialmente el 18 de mayo de 2001. Las razones fueron múltiples y complejas, aunque la principal fue la quiebra de ISL (International Sport and Leisure), empresa suiza que en aquel momento era el principal socio comercial de la FIFA.
La caída de ISL: el detonante
ISL era la encargada de la comercialización de los derechos de televisión y patrocinio del torneo. Su colapso financiero dejó sin financiación al campeonato. Esta empresa ya había sido clave en la organización del Mundialito del 2000 en Brasil, y su desaparición supuso un agujero económico imposible de cubrir a corto plazo.
Calendario: un problema sin solución
Además del hundimiento de ISL, el calendario de agosto resultaba muy problemático. En Europa, los equipos se preparaban para el inicio de sus ligas, y en Sudamérica el torneo suponía un parón abrupto en plena temporada. La oposición de varios clubes a jugar en esa fecha fue ganando fuerza, y algunos incluso plantearon retirarse.
Falta de unidad entre clubes
Los equipos participantes, especialmente los europeos y sudamericanos, no compartían la misma visión del torneo. A diferencia del entusiasmo de clubes como el Deportivo o Boca Juniors, otros veían el Mundial como un evento prescindible, incómodo y sin un prestigio aún consolidado. La falta de un acuerdo común debilitó el proyecto.
Crisis institucional en FIFA
La cancelación del torneo también se enmarca en un periodo turbulento en la FIFA. La quiebra de ISL, los escándalos de corrupción incipientes y la falta de claridad en la dirección del organismo (entonces bajo el mandato de Joseph Blatter), añadieron incertidumbre y dejaron el proyecto mundialista a la deriva.
De codearse con los grandes… a temer al Pontevedra
La paradoja es tremenda: hace dos décadas, el Deportivo figuraba en la lista de candidatos a fundar una Superliga junto a Madrid, Barça, Juventus, Milan o Manchester. Hasta hace un año, el Dépor jugaga en 1ª Federación.
“Cómo para que alguien diga que 24 años no es nada”, escribió Lendoiro. Y duele. Porque aquella Koruña que soñó en global se enfrenta ahora a un futuro mediocre e incierto. Y aun así, Lendoiro no pierde la fe: “La última bala todavía permanece en el tambor. El fútbol siempre ofrece una oportunidad más al que confía y la pelea”.
Forza Dépor… y forza memoria
Lo cierto es que esta historia merece ser contada más a menudo. Porque no solo habla de un Mundial frustrado. Habla de una ciudad que no le tuvo miedo a la grandeza, de un club que creyó que podía ganar al mundo y de una afición que aún recuerda que todo eso fue verdad. Por muy surrealista que hoy nos parezca.
Así que si te cuentan que el Mundial de Clubes se disputa ahora en Estados Unidos… ya sabes: en Koruña estuvo a punto de empezar hace 24 años. Pero como en tantas otras cosas, la historia se quedó sin final. O sin justicia. Pero no sin orgullo.
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