Un equipo sin alma
El Dépor fue un equipo plano durante todo el partido. Los bilbaínos superaron a los koruñeses en todo momento, abortando muy fácilmente las tímidas subidas de los deportivistas y atacando con pasmosa facilidad y rapidez ante un rival que no tenía ni fuerzas ni orden para taponar las vías por las que una y otra vez se colaban los vascos. Cuando tan solo habían pasado 12 minutos, el Athetic se adelantaba con una galopada por la banda derecha de Breñat, centra De Marcos, un cabeceo de Raúl García saltando más que un inoperante Laure para dejarle la pelota a su compañero Munain que totalmente solo, tras irse con enorme facilidad del marcaje de Borges y con Arribas estorbando un poco, remató a placer . Los gallegos jugaban a la mitad de velocidad que los vascos.
El segundo gol, en el minuto 35, fue otro ataque que volvió a dejar en evidencia las muy preocupantes carencias del Dépor a la hora de parar estas internadas en su campo. Nuevamente por la banda derecha llegó el peligro con Breñat pasando a Susaeta y este tras internarse en el interior del área, con una relampagueante carrera que dejó atrás a Navarro, dio una precisa asistencia a Aduriz que solo tuvo que rematar ante un Laure que iba de acompañante y un Lopo que miraba como pasaba el balón delante de sus narices. Pletikosa como en el primer gol, poco pudo hacer, salvo tapar el tiro de Susaeta y seguir con la mirada el remate final.
El Dépor no hizo casi nada para cambiar esta situación. Las internadas por las bandas eran escasas y muy poco eficaces, sobre todo por el lado izquierdo donde Jonas no daba una a derechas con sus pases y defendía peor, vamos un cero a la izquierda.
En la segunda parte, el Dépor resolló durante los 5 primeros minutos cuando tras una magistral internada de Lucas, aprovechando un pase de patadón y a seguir de Navarro, consiguió regatear al portero dos veces, -una en su salida con un genial toque del balón con la cabeza, tras botar, y otra en el área-, y hacer una asistencia perfecta a Oriol que, al menos esta vez, fue listo y rápido para seguir a su compañero y rematar al fondo de las mallas. Su primer gol en liga.
Pero cuando muchos empezaban a creer en la remontada, como la del último partido en Riazor contra los mismos, volvió a aparecer el pichichi español, Aduriz, dos minutos más tarde, nada más sacar de centro los leones. Mismos protas que en el segundo gol; Susaeta metiéndose en la cocina ante la incapacidad de Navarro para abortar su internada por la banda derecha, centro y Aduriz remata de cabeza relajadamente con Lopo y Arribas dejando totalmente vendido a un tímido Pletikosa que no se aventuraba a salir debajo de los tres palos.
Y llegó el cuarto con la misma fórmula de toda la noche, internada de Susaeta, centro para Aduriz que corta primero un defensa deportivista, Arribas, y el esférico rebotado, cayendo a plomo es rematado en el área pequeña por el delantero bilbaíno de una manera más difícil que en los anteriores goles ya que estaba siendo estorbado por Mosquera que falla en el despeje. Pleti se la tragó al no esperarse el disparo endiablado con todo el empeine ni tener los reflejos de gran portero que los años y la falta de rodamiento le han quitado.
Pudieron ser más, pero los del Athletic, con el triplete de su estrella Aduriz muy bien ayudado por sus dos estupendos escuderos, Breñat y Susaeta, decidieron que ya era suficiente por hoy. Ni los más viejos recuerdan una goleada así al Dépor en San Mamés, campo "amigo" para los herculinos,
Víctor se excusa por la lluvia
Falta de contundencia decía Víctor al empezar la rueda de prensa para explicar el descalabro y a continuación echarle la culpa a la lluvia. Con eso y -no ha sido nuestro día-, se ha despachado. Estas declaraciones han calentado más las redes sociales en las que está cobrando fuerza la opinión de que se debe cambiar de entrenador para acabar con la pésima marcha del equipo en la segunda parte del campeonato. El Dépor partido tras partido muestra unas carencias que lejos de subsanarse se hacen más evidentes. La robustez y orden que tenía hace unos meses han degenerado en desorden y apatía. El generoso esfuerzo físico con el que se lograba un conjunto compacto, ha dado paso al cansancio y a la descomposición de las líneas. A falta de pocos kilómetros para la meta, al Dépor le ha entrado una de esas pájaras que le dan a los ciclistas en plena ascensión. El agotamiento conduce a la falta de ideas para resolver situaciones problemáticas. El bloqueo puede ser mayor si en las próximas jornadas no se logran buenos resultados, ya que entonces empezará el nerviosismo a sabiendas que ya no queda mucho tiempo para reaccionar teniendo en cuenta la tendencia y la creciente falta de confianza en los compañeros y el entrenador para salir de ese bache.
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