Dos conciertos en la noche del sábado sincronizados con la lluvia que cayó sobre los escenarios del Muelle de Batería y el Parque de Santa Margarita. Ninguna de las dos actuaciones fueron suspendidas y el público aguantó con estoicismo y resignación de los que conocen bien lo que es disfrutar bajo un paraguas o resguardados por un chubasquero .
En noches como la del 19 de julio la una ciudad demuestra su carácter. Y este sábado, Koruña sacó pecho (y paraguas) para hacer frente a una de esas veladas en las que el cielo se empeña en ponerlo todo difícil. A la misma hora, a apenas unos metros de distancia, Arde Bogotá y Il Divo se subían al escenario para ofrecer dos conciertos muy distintos… pero con un denominador común: el agua, mucha agua.
Llovió. Y no poco. Entre las 22:10 y las 23:10, cayeron 6,5 litros por metro cuadrado, según MeteoGalicia. De esos, 2,2 litros en solo diez minutos. Los que estuvieron allí aún están escurriendo los calcetines.
Arde Bogotá: épica, barro y rock bajo la tormenta
Arde Bogotá escribió otra página dentro del libro de su todavía corta historia. Si en 2023 los koruñeses comprobaron cómo la formación murciana estaba ya lista para volar libre como cabeza de cartel tras un apoteósico recital en el puerto, esta vez sumaron dos trofeos en uno: el de agotar entradas por sí solos y el de completar una noche épica bajo la lluvia.
Podría decirse que esta edición del “Cartageneros e hijos de Breogán” se jugó bajo las condiciones más adversas. Y la banda lo bordó. Eso sí, a ratos, pues el concierto tuvo que detenerse pasada la media hora por la inundación de los equipos.
La lluvia no dio respiro e incluso retrasó el inicio 20 minutos. Pero la imagen de los primeros acordes de Veneno fue una postal inolvidable: una nube de paraguas y ponchos saltarines veneró la entrada de Antonio García, auténtico gurú y alma de Arde Bogotá. Para algunos, un Bunbury de nuevo cuño; para otros, un Morrison ibérico. Su hippismo mesiánico engancha. “Llueva o truene, hemos venido a bailar”, advirtió entre risas. Y se bailó, vaya si se bailó: con Abajo, Nuestro pecado, y sobre todo con Qué vida tan dura, que desató la locura colectiva.
Arde Bogotá habian montando una Road Movie en medio del ardiente desierto californiano y la tuvieron que adaptar al lluvioso y fresquito clima gallego. Foto de El Ideal Gallego. |
Aquel ambiente de entrega total lo selló incluso una escena de película: una ‘kiss cam’ improvisada al estilo Coldplay que acabó con dos asistentes fundidos en un morreo épico bajo el aguacero, entre vítores de las 16.000 almas que no se movían ni aunque granizase.
Tras temas como Sin vergüenza o Flores de venganza, la situación se volvió insostenible. A las 23.00 h, con medio escenario empapado y varios equipos fritos, el concierto se interrumpió. “Volveremos en cuanto se solucione”, prometió García.
Y cumplió. Media hora después, con partes de los circuitos eléctricos recuperados, la banda regresó agradeciendo el esfuerzo a los técnicos que salvaron la noche del desastre. “Perdón por el parón, gracias por seguir aquí”, dijo antes de entonar Sopla el viento, que resonó como un himno al aguante.
La última parte del concierto fue una apoteosis: Torre Picasso, Escorpio y Sagitario, Antiaéreo, La Salvación y Los Perros arrasaron. Mostraron una foto de su primer bolo en Galicia con una bandera autonómica, recordando lo lejos que han llegado desde entonces. “Muchísimas gracias por esta maravilla de concierto que recordaremos siempre”, cerraron mientras presentaban Cariño, su “canción de mierda” que, por cierto, no tiene nada de eso.
Más de veinte canciones después, Arde Bogotá ya tiene su hueco en la historia del rock koruñés del siglo XXI. Y en los corazones mojados de sus 16.000 valientes fans.
🎼 Il Divo: romanticismo de importación bajo paraguas en Santa Margarita
Mientras tanto, a tan solo unos kilómetros, el Parque de Santa Margarita vivía su propia batalla contra los elementos. Il Divo, el cuarteto internacional de pop lírico, no se dejó amedrentar por el temporal y ofreció un concierto cargado de emoción, elegancia y resiliencia.
Il Divo bajo un mar de paraguas. Foto del Ideal Gallego. |
Bajo una marabunta de paraguas y capas de lluvia, los asistentes disfrutaron de un repertorio multilingüe y multisentido. Las voces potentes y armonizadas de Il Divo se impusieron al ruido del aguacero y al crujir de los árboles mojados. La escena, casi cinematográfica, parecía sacada de un musical de época.
A pesar del clima, nadie se movía. Había algo hipnótico en ver cómo la música empapaba tanto como la lluvia, y las canciones más emblemáticas del grupo se sucedían una tras otra con aplomo. Koruña, nuevamente, demostró que la música es su idioma, aunque el cielo se derrumbe.
La fiebre del chubasquero: misión imposible
El verdadero drama no estuvo solo en los escenarios. Estuvo en los bazares de Santa Margarita, la plaza de Pontevedra, el puerto y la calle Real, donde los ponchos de plástico volaron como entradas del Resu. Entre uno y dos euros costaban los más baratos, y ni así quedaron existencias. Algunos abuelos compraron tallas de niño. Otros se los pusieron de turbante. “Me da igual, que me cubra algo”, decía uno. Nadie quería quedarse a la intemperie sin protección.
El ambiente recordaba al síndrome del fumador sin tabaco: “¿Dónde lo conseguiste?”, preguntaban unos a otros. “En la plaza de Pontevedra puede quedar alguno”, decía otro. Falsas esperanzas. A los diez minutos, cara de pánico y camiseta mojada hasta la médula.
🌩️ Memorias del diluvio: cuando el cielo tiene mala leche
Lo del sábado no es nuevo en Koruña. Ya pasó algo similar en el Recorda Fest de 2023, cuando una tormenta con aparato eléctrico dejó sin luz al faro de la Torre de Hércules. Entonces también llovió a cántaros, se valoró suspender, pero la ciudad aguantó como los buenos festivales: empapada, pero viva.
Y es que aquí ya lo sabemos: “Nunca choveu que non escampara” y “se chove, deixa chover”.
Casi 20.000 personas acudieron a los dos conciertos. Dos estilos. Dos atmósferas. Dos maneras de aguantar la lluvia y convertirla en parte del espectáculo.
Koruña no suspendió nada.
La música sonó bajo el agua, y nadie se disolvió. Solo se mojaron los prejuicios.
☔️ Koruña bajo la lluvia… pero con el alma en alto
Lo que ocurrió anoche no fue solo un par de conciertos: fue una doble demostración de lo que vale esta ciudad cuando le tocan el corazón. Con estilos opuestos pero una misma entrega, Arde Bogotá e Il Divo sellaron una noche para el recuerdo. Bajo un chaparrón, con los pies encharcados y los ánimos por las nubes.
En Koruña, ni la lluvia detiene el arte. Y si alguien lo duda, que pregunte por los conciertos del 19 de julio de 2025.
Porque esa noche se cantó, se bailó y se vibró… empapados, pero felices.
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