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sábado, 21 de enero de 2012

Y por fin se reinagura El Ágora

Uno de los proyectos estrella de los socialistas koruñeses fue el centro social Ágora, un enorme edificio situado en un lugar cercano a los barrios de Agra de Orzán, Ventorrillo, San Pedro de Visma, Mariñeiros, Ventorrillo y Labañou.



La idea arrancó en la etapa final de Paco Vázquez y fue materializada un poco antes de las elecciones municipales. Se inauguró apresuradamente y tras salir Losada del Ayuntamiento, se volvió a cerrar. Ahora parece que Negreira, olvidándose de la austeridad con la que empezó, ha sacado las llaves del armario y reabre las puertas del Ágora.


Este es un proyecto muy vazquista, una culminación de la red de centros sociales que se crearon por toda la ciudad. Por ello, en este que podríamos llamar la madre de todos esos centros, los objetivos que se pensaron cumplir fueron muy ambiciosos.


En las nuevas instalaciones se pueden realizar una enorme variedad de actividades. Hay un auditorio, aulas-taller, salas de usos polivalentes, sala de exposiciones, sala de informática-audiovisuales, biblioteca, ludoteca, servicios del ayuntamiento... Todo lo necesario en un gran espacio para que los ciudadanos puedan disfrutar, aprender y autorrealizarse.


Por echar en falta, me gustaría señalar una carencia de espacio dedicado a la creación local. Esto es, áreas con equipamiento para creación audiovisual por ejemplo (una zona especial para grabación-producción-realización de música, vídeos, diseño gráfico...)



Una buena oportunidad


El ágora era un lugar de reunión para los antiguos griegos en los que los ciudadanos de las polis escuchaban y hablaban. En esta época digital, de redes virtuales y plazas vacías, se echa en falta una mayor colaboración que conecta a la gente como ocurre en los famosos facebooks o twitters, pero de una manera distinta.


Una de las prioridades principales de este centro sería la de formentar el asociacionismo, integración en colectivos y fomento de la participación ciudadana en la gestión de su área. Vetebrar la sociedad, pero desde ella misma, potenciando la creación local de forma sostenible.


Existen herramientas para empezar a cambiar el actual panorama político atenazado por una democracia decimonónica de escasa representatividad. El ciudadano debe tener mayor poder en las decisiones que le afectan y eso tiene que hacerse acabando con los inútiles intermediarios que apagan la voz individual, convirtiendo a los ciudadanos en meros espectadores que se limitan a elegir una de las 2 o 3 opciones que le dan cada cuatro años.



La indolencia y comodidad de dejar hacer al político o al banquero nos ha llevado a esto. Somos pollos de granja, contados por miles, atontados por los medios de comunicación de masas, corporaciones culturales y el consumismo. Somos individuos en la peor de las acepciones de esta palabra. Seres aislados sin capacidad para organizarse en grupos, ni crear, ni decidir o elegir entre un número cada vez más pequeño de opciones. El sapiens cazador transformado en gallina ponedora enjaulada.



La solución a esta alienación, a esta crisis que nos condena a ser inútiles (más si no adquirimos nuevos objetos que mantengan en marcha la maquinaria brutal planetaria) pasa por empezar a pensar en los pequeños grupos y la suma de esfuerzos en un mayor contacto con el entorno.


Tú eres el máximo responsable de tu vida, no lo es ni el político al que has votado ni el jefe de tu empresa, ni el banquero que te presta el dinero con amplios intereses. Uniendo resposabilidades a favor del bien colectivo, estas se refuerzan en una suma sinérgica.



Ese debería ser el verdadero carácter este Ágora. Un lugar para intercambiar ideas y conocimientos que se materialicen en acciones que mejoren a la comunidad, usando los recursos cercanos y aprovechando las capacidades de cada uno de nosotros, mucho mejor que se hace en la actualidad. Todos podemos aportar algo, nadie es un parado o excluido social. Solo hay una mala utilización y coordinación de la energía de cada individuo. En la medida que disminuyamos las dependencias del sistema legislativo actual (ahogado en deudas y subvenciones inutilizadoras) o las del comercio global y usemos el conocimiento científico y tecnológico en la materialización de una sociedad más sostenible y unida a su ambiente, más eficiente con los recursos, fuerte en su estructura y consecuente con el bien útil no especulativo, empezaremos a abandonar este camino cuesta abajo hacia la nada.


Me encantaría entrar en ese Ágora y ver a ciudadanos reunidos debatiendo hasta altas horas de la madrugada o hasta el amanecer en la plaza central sobre los asuntos locales y las miles de iniciativas puestas en marcha, el poder en la mano de la gente, personas responsables, comprometidas y luchadora. ¿Quién necesita a los partidos políticos?

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