Este martes, la ciudad volvió a comprobar que el mar que la abraza tiene vida propia. Tras una mañana de chubascos, el sol se abrió camino al mediodía y muchos coruñeses aprovecharon para acercarse a los arenales. Pero a partir de las 18.30 horas, la Policía Local y servicio de Socorrismo ordenaron el desalojo de Orzán, Riazor, Matadero y San Amaro.
El motivo fueron las mareas vivas, que empujaron el agua hasta el mismísimo muro del Orzán, dejando imágenes que llamaron la atención de vecinos y paseantes. Decenas de personas se agolparon en la balaustrada del Paseo Marítimo para fotografiar cómo las olas se adueñaban de la arena. El cierre de playas se mantuvo hasta pasada la tarde, recordando que agosto puede ser traicionero incluso en sus últimos días.
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Momento en el que la ola deja a una mujer tirada en las rocas y a su acompañante de pie buscándola entre la espuma |
En Punta Herminia vivimos otro susto este martes. Dos personas, móvil en mano, se acercaron demasiado al acantilado para sacar la foto perfecta… y casi terminan con el mar como marco final. Una ola rompió con fuerza sobre ellos, haciéndolos desaparecer durante unos segundos. La mujer, la más próxima al agua, llegó a caer al suelo, pero tuvo la sangre fría (y la suerte) de agarrarse a las rocas y evitar que la arrastrase la corriente.
El hombre, desesperado, intentaba levantarla mientras la escena era grabada por gente que, con buen criterio, estaba en una zona segura. El vídeo corrió por las redes dejando claro lo de siempre: el mar no entiende de imprudencias ni de selfies.
No es la primera vez que pasa en Koruña. El invierno pasado la alcaldesa ya advirtió de sanciones a quienes accedieran a zonas peligrosas durante alertas meteorológicas. Y este miércoles seguimos en aviso por temporal costero, así que mejor aprender en cabeza ajena y no tentar a la suerte.
Porque las fotos quedan preciosas… siempre que no sea el mar quien se lleve el protagonismo.
El misterio del agua helada
Quienes se atrevieron a mojarse en el mar notaron otro fenómeno típico de Koruña: el agua más fría de lo habitual. En playas como Riazor, Orzán o Barrañán, los bañistas hablan de un auténtico “latigazo” al meterse en el mar.
El martes las mareas vivas se comieron las playas de Riazor y Orzán. Foto del Ideal Gallego |
La explicación está en el nordés, ese viento que en verano azota la costa coruñesa. Al empujar mar adentro la capa superficial de agua, más cálida, deja que aflore agua de mayor profundidad y, por tanto, más fría. Así, aunque el océano abierto ronde los 20 o 21 grados, en la orilla la temperatura puede desplomarse hasta los 14 o 15, valores propios del invierno.
Según explican en MeteoGalicia, este contraste depende de la fuerza y persistencia del viento, de la orientación de cada playa y de la profundidad de la ría. Así, zonas expuestas como Orzán, Riazor o Razo suelen sufrirlo más que arenales más resguardados como Mera, Perbes o Santa Cristina.
Un mar cambiante y caprichoso
Lo curioso es que mientras aquí nos encogemos al entrar en el agua, a cien millas mar adentro el Atlántico está más cálido de lo normal, entre 1,5 y 2,5 grados por encima de la media. Ese contraste ayuda a formar las nieblas costeras que cada verano cubren el litoral gallego desde Lisboa hasta Fisterra, tan familiares ya para los coruñeses.
En cambio, en el Mediterráneo la situación es opuesta: aguas tropicalizadas, cerca de los 30 grados, que preocupan a los científicos por sus efectos en los ecosistemas marinos.
El mar de Koruña, siempre protagonista
Así es el mar que baña Koruña: capaz de llenar de vida el Paseo Marítimo con una postal de mareas vivas al atardecer, y a la vez de cortar la respiración con un chapuzón helado en pleno agosto o una ola capaz de arrastrarte de la que si sobrevives no olvidarás en tu vida. Un mar imprevisible, cambiante y, sobre todo, nuestro.
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