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sábado, 22 de noviembre de 2025

Franco en Koruña: vida y muerte.

 Con el motivo del cincuenta aniversario de la muerte de Franco, los medios de comunicación locales han buscado historias relacionadas con el Caudlillo y la ciudad. En este artículo se ha hecho un resumen de esos artículos y búsquedas en hemerotecas sobre cómo se vivió en Koruña la muerte del dictador que siempre mantuvo con Galicia y especialmente con Koruña y su Ferrol natal, un fuerte vínculo.  

El Vínculo de Franco con Koruña: Contexto Adicional

La presencia de Franco en Koruña no solo se manifestaba en eventos sociales o despachos de verano, sino que tuvo un impacto profundo en el desarrollo urbanístico, la toponimia y la vida institucional de la ciudad, convirtiéndola en un foco de poder durante los meses estivales.

1. El Impacto Urbanístico y de Infraestructuras

La presencia del Jefe del Estado en la ciudad sirvió como palanca para acelerar proyectos de infraestructura y urbanismo que, de otra forma, habrían tardado mucho más:

  • Sede de Gobierno de Verano: la necesidad de acoger a ministros, embajadores y toda la corte del régimen cada verano forzó mejoras en las comunicaciones y servicios de la ciudad, elevando su estatus.

  • Club de Golf de A Zapateira: La afición de Franco al golf (mencionada en los artículos) fue clave en la creación del Club de Golf de A Zapateira, inaugurado en 1962. Este club se convirtió en un punto de reunión social y político de la élite franquista durante las estancias veraniegas.

  • Infraestructuras Militares: Su pasado militar y su conexión con Ferrol influyeron en el mantenimiento y desarrollo de las instalaciones militares en la comarca.

2. La Simbología Franquista Persistente

A Coruña mantuvo una fuerte presencia de simbología franquista durante décadas, mucha de la cual ha sido retirada recientemente en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica:

  • Toponimia Mayor: El ejemplo más destacado fue la propia plaza central de la ciudad, que durante gran parte del franquismo se denominó Plaza de España (aunque popularmente seguía siendo María Pita), pero sobre todo el cambio de nombres de calles y avenidas en honor a figuras y fechas clave del régimen.

  • La Torre de Hércules de Plata: El Trofeo Teresa Herrera, que Franco entregó en varias ocasiones, tenía como premio una réplica de la Torre de Hércules en plata, un símbolo muy visible de su conexión con la ciudad.

  • Retirada de Honores: la figura de Franco mantuvo la distinción de Alcalde Honorario Perpetuo de A Coruña hasta que fue retirada oficialmente por el Ayuntamiento, reflejando su profunda vinculación institucional.

3. El Pazo de Meirás: el eje de poder veraniego

La relación más íntima de Franco con la zona se articula a través del Pazo de Meirás, en Sada, que funcionó como una verdadera Casa Blanca de verano durante 37 años (1938-1975).





  • Adquisición Polémica: Franco tomó posesión del Pazo en 1938, pero su adquisición se realizó mediante una suscripción popular forzosa, donde se ejerció presión sobre funcionarios y la población para contribuir. Esto generó controversia histórica sobre la legitimidad de la propiedad.

  • Sede de Despachos Clave: Como bien señalas, el Pazo fue el lugar donde Franco celebraba Consejos de Ministros y mantenía despachos cruciales con Jefes de Gobierno (como Arias Navarro) y dignatarios extranjeros (como el Rey Abdullah de Jordania). Las decisiones políticas más importantes del verano español se tomaban en Sada.

  • La Devolución: El Pazo de Meirás fue un símbolo de la herencia del régimen. Tras una larga batalla legal que se inició en el siglo XXI, el Estado logró que los herederos de Franco devolvieran el inmueble a Patrimonio Público en diciembre de 2020, culminando un proceso de desvinculación simbólica.

Diez historias —memorias de una relación larga con Koruña

La vinculación de Franco con Koruña y su comarca fue más allá de ese último verano. Carlos Fernández Santander las resume en diez escenas que ayudan a comprender el lazo personal, social y político:

  1. Paquito estudiante: Franco pasó parte del bachillerato en el Instituto General Técnico de La Coruña y se alojó en casa de su tía Hermenegilda, frente a la Colegiata de Santa María. La ciudad lo vio formarse.

  2. La primera llegada como vencedor (21 de junio de 1939): arco de triunfo en A Pasaxe, Te Deum en San Nicolás y discurso desde el palco de María Pita. Koruña lo recibió como vencedor al final de la Guerra Civil.

  3. Recepción al rey Abdullah de Jordania (1949): en una España con pocas manos amigas, la visita tuvo gran valor diplomático.

  4. Salazar y la Torre de Hércules (1950): paseo por A Marina; el dictador portugués declinó subir a la torre por “no andar para estos excesos”.

  5. El himno gallego en el Ayuntamiento (1958): el maestro Adolfo Anta pidió permiso para interpretarlo y Franco respondió: «Puede hacerlo, pues me gusta mucho». Fue la primera vez que sonó en un acto oficial en la ciudad.

  6. Sufrimiento en el Teresa Herrera (1973): el frío, la niebla y un partido agónico pusieron al dictador al límite; la anécdota quedó para la memoria local.

  7. La coronación de la Virgen del Rosario (1960): misa solemne, escuadrillas en el cielo y la medalla de oro de la ciudad; una exhibición de aparato y devoción.

  8. En los toros: once corridas y una novillada en la plaza herculina entre 1942 y 1967, gustos que conectaban con su figura pública.

  9. Empanadas en Santa Margarita: las romerías veraniegas y la empanada de xoubas, contrapunto popular y familiar a la pompa oficial; Carmen Polo prefería pulpo.

  10. El atentado frustrado en Bastiagueiro (1970): un comando de ETA intentó colocar una bomba en la ruta hacia La Zapateira; el artefacto falló y el plan fracasó.

El últmo verano de Franco en Koruña

La estancia estival de Francisco Franco en Koruña y el Pazo de Meirás, entre el 28 de julio y el 8 de septiembre de 1975, fue la última que viviría el dictador. Este verano se caracterizó por ser una mezcla calculada de rutina deportiva (para simular salud) y reuniones políticas decisivas (para gestionar la sucesión).

Franco jugó al golf en La Zapateira; el jefe del Estado despachó durante horas con Arias Navarro en Meirás; el príncipe Juan Carlos regresará a Galicia durante 48 horas. Lectura de portada en aquel agosto de 1975: noticias de calendario veraniego que, al leer entre líneas, eran en realidad partes médicos y boletines de supervivencia de un régimen en exhalación. Este verano coruñés fue la última gran estación pública de Francisco Franco —una sucesión de apariencias, actos medidos y rumores que anunciaban un final.

El 13 de agosto de 1975 La Voz tituló optimista: «Franco está en plenitud de juicio y de facultades». Luis Rodríguez de Miguel, ministro, hablaba de “una salud maravillosa” y de un verano “más normal” que el anterior. Esa normalidad era, sin embargo, oxígeno embotellado: en 1974 una tromboflebitis lo tuvo semanas fuera del foco y Juan Carlos asumió temporalmente la jefatura del Estado. El regreso en 1975 fue un espejismo de vigor: síntomas de párkinson, temblores, fatiga, una fragilidad que ni el Azor, ni el swing en La Zapateira, ni las fotos con autoridades podían ocultar.

Llegó a Galicia a finales de julio de 1975 en el Boeing 727 Ribeiro, aterrizando en Santiago. Meirás —el pazo que durante años funcionó como cuartel veraniego del poder— volvió a ser escenario del ritual: recepciones, paseos por la ría en el Azor, partidas de golf, actos oficiales reducidos y, sobre todo, muchos despachos reservados.

Pilar, el runrún y el protocolo del silencio

El 5 de agosto Pilar Franco soltó una frase que hizo ruido: «Franco cederá el poder, lo hará, lo hará…». Al día siguiente volvió la crónica del golf. El régimen practicaba ese equilibrio extraño entre la negación oficial y la preparación silenciosa del relevo. La Voz, en su archivo de aquel mes, alterna las salidas en el Azor con reuniones de alto calado: largas conversaciones con Arias Navarro, la presencia intermitente del príncipe Juan Carlos —primero de paso, después de regreso desde Marivent— y la constante presencia de ministros y autoridades que, como por inercia, hacían que todo pareciera normal.

«El largo despacho de Arias con Franco en Meirás pone fin a toda una serie de rumores», tituló el periódico. Era la versión pública de una lucha soterrada: la pelea entre los camisas viejas y los aperturistas por dirigir la transición y el control del aparato del Estado.

Imágenes del último verano de Franco. 

Entre lo local y lo nacional: incendios, huelgas y celulosas

Mientras el foco mediático se centraba en Meirás, Galicia también ardía y protestaba: un incendio devastó más de tres mil hectáreas en Ourense; los médicos internos residentes del Juan Canalejo (hoy CHUAC) volvían al trabajo tras sanciones por huelga; en Ponteceso, vecinos se movilizaban contra un proyecto de celulosa. Todo eso convivía con las noticias del palacio: titulares que hablaban de golf y paseos y que, por debajo, dejaban ver la descomposición de un régimen que ya no podía controlar por completo la narrativa pública.

Apariciones públicas medidas: Ferrol, la motonáutica y el Teresa Herrera

El programa veraniego estaba recortado respecto a años anteriores, pero hubo actos simbólicos: una demostración naval en Ferrol —donde doña Carmen aprovechó para visitar una tienda de muebles en la ciudad—, pruebas de motonáutica y homenajes con millares de personas. En algunas de estas apariciones, autoridades literalmente llevaron en volandas al Caudillo. Su ausencia en la final del Teresa Herrera fue explicada con un eufemismo —ninguno de los finalistas era español—, pero la verdadera razón era otra: la salud ya no le permitía aguantar largas ceremonias. Recordaban entonces el episodio de 1973, cuando la niebla, el frío y un partido interminable pusieron a Franco al límite y muchos miraron de reojo su estado.

Un himno que no estaba previsto

El verano expiró con un gesto que parecía imposible años antes: en un homenaje multitudinario sonó el himno gallego. Que el régimen permitiera aquel acto —y que algunos afirmasen incluso que el dictador lo tarareó— era indicio de desconcierto: las reglas del ritual se habían aflojado o se habían vuelto erráticas. Otros sostienen, con sorna local, que quizás Franco creyó que estaban tocando A Rianxeira. Sea como fuere, aquel cierre sonoro fue uno de los últimos eslabones del verano que despedía tanto al hombre como al sistema.

Arias Navarro y el príncipe: liturgias del poder

Arias Navarro pasó varios días alojado en Meirás con su esposa; el príncipe Juan Carlos visitó y regresó para arropar a quien había sido su valedor. Estos encuentros tenían doble lectura: eran actos de acompañamiento personal y, al mismo tiempo, maniobras políticas. La política franquista de final de régimen combinaba lo íntimo con lo institucional: las decisiones, los despachos y las apariciones eran parte de una puesta en escena que intentaba disimular la deriva.

Julio: El Pistoletazo de la Sucesión

Franco aterrizó en Galicia el 28 de julio, y su agenda se enfocó inmediatamente en su sucesor. Apenas un día después de su llegada, el 29 de julio, recibió en el Pazo a los Príncipes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, con quienes almorzó a bordo del yate Azor. Este encuentro inicial marcó la pauta del verano: la necesidad de mostrar una continuidad controlada.

La última reunión de Franco con el sucesor en Meirás.
Una imagen simbólica de la transición. Foto de El País. 

Los días restantes del mes establecieron la fachada de la normalidad: golf en A Zapateira y despacho con el Presidente de las Cortes, cerrando el mes con la imagen del poder intacto.

Agosto: El Epicentro Político y la Fachada Deportiva

Agosto fue el mes clave, donde el Pazo de Meirás se convirtió, formalmente, en el centro político del país, mientras la prensa local (como se mencionó) se esforzaba en dibujar una imagen de plenitud:

  • Gestión de la Transición: El Príncipe Juan Carlos regresó para un encuentro clave el 18 de agosto, y al día siguiente, 19 de agosto, la escena se hizo histórica: Franco jugó al golf con su sucesor mientras el presidente del Gobierno, Arias Navarro, también llegaba a Meirás para un despacho a tres bandas.

  • Decisiones Clave: El 22 de agosto, Franco presidió el Consejo de Ministros en Meirás, confirmando que la Ley de Sucesión se mantenía firme. También se entrevistó con ministros como Fraga y Arias Navarro en varias ocasiones a lo largo del mes.

  • La Rutina Cíclica: Para contrarrestar el "runrún" de su salud, la agenda se llenó de actividades de ocio:

    • Golf: Jugó al golf un total de siete veces a lo largo del mes (días 4, 6, 9, 11, 18, 28 y la entrega de trofeos el 30).

    • El Azor y el Náutico: Sus paseos y almuerzos en el Azor se repitieron con una cadencia casi religiosa (días 3, 10, 17, 24, 31), reafirmando que "todo estaba bien".

  • Apariciones Públicas: Pese a que su salud limitaba sus movimientos, presenció una demostración naval en El Ferrol (día 14), pruebas de motonáutica (día 15) y, el 25 de agosto, presidió un homenaje en el Palacio de los Deportes durante más de dos horas.

Septiembre: La Despedida Militar

El ritmo de la agenda se redujo drásticamente en septiembre, centrándose en el núcleo de apoyo tradicional del régimen: las Fuerzas Armadas y los excombatientes.

  • El 1 de septiembre, jugó su última partida de golf registrada.

  • El 2 de septiembre, la jornada estuvo dedicada a las audiencias militares: recibió a comisiones de Generales, Jefes y Oficiales de los Tres Ejércitos, así como a las hermandades de Retirados, Alféreces Provisionales y la División Azul. Fue un adiós a su base más leal.

  • El 4 de septiembre, sostuvo su último despacho formal con las autoridades locales de A Coruña.

Finalmente, el 8 de septiembre de 1975, Francisco Franco abandonó Galicia para regresar a Madrid, un viaje del que ya no volvería a salir para presidir sus "vacaciones de verano" en el Pazo de Meirás.

El final, y la respiración entre líneas

Aquel agosto de 1975 fue una enfermedad pública: partes médicos en titulares, actos cortados, homenajes cargados de simbolismo y una ciudad que fue escenario recurrente de la liturgia franquista. Franco murió tres meses después; la agonía, de hecho, había comenzado un año antes. El último verano en Meirás quedó como álbum de un sistema que ya no podía más: marcapasos del régimen que funcionaban a saltos, decretos duros que salían entre homenajes y la sensación de que la maquinaria estatal no daba para más.

La relación de Franco con Koruña fue larga y ambivalente: fue alumno, huésped, espectador y, durante años, el invitado principal de las veranos locales. Pero el verano de 1975 —con su golf en La Zapateira, sus paseos en el Azor y sus partes oficiales— nos dejó una lección clara: las apariencias sostienen historias, sí, pero la verdad siempre termina filtrándose por las rendijas. Y en Koruña, como en cualquier barrio que se precie, se recordará aquel agosto no tanto por el swing del dictador, sino por los murmullos que corrían entre las empanadas y las gaviotas: el final de un hombre y de un tiempo.

Koruña: vigilias, salvas y emociones en el puerto

La muerte de Franco en noviembre de 1975 sacudió a toda Galicia, y Koruña y Ferrol no fueron la excepción. La reacción de la población y las instituciones reflejó una mezcla de solemnidad, curiosidad y tradición protocolaria, marcando uno de los últimos grandes hitos públicos del franquismo en la región. 

A primera hora de la mañana, los corros en el puerto koruñés comentaban con interés la escasa información disponible. Pronto llegaron personas con la edición especial de La Voz de Galicia, buscando detalles de los últimos momentos de Su Excelencia. En hoteles, algunos clientes pidieron ser avisados de inmediato si Franco fallecía. La actividad en fábricas y organismos oficiales continuó normalmente, aunque algunas actividades del Día de los Caídos y otras programadas para la tarde fueron suspendidas.

Las campanas de algunas iglesias doblaron a muerto, misas tempranas se aplicaron por el Jefe del Estado y las banderas oficiales ondeaban a media asta con crespones negros. Se observó incluso una reducción de alumnos en el transporte escolar ya qu todas las clases fueron suspendidas en colegios de  con la orden de regreso a domicilio para los escolares que ya estaban en ruta.

A las 6:15 de la mañana, cinco salvas se dispararon desde la explanada interior del Castillo de San Antón, siguiendo la normativa de honores fúnebres al Jefe del Estado. Espectáculos y actos públicos quedaron suspendidos hasta el domingo, mientras Arias Navarro llegaba a “La Paz” y se organizaba el juramento y proclamación del príncipe Juan Carlos como Rey de España.

Batería de artillería encargada de disparar las salvas durante de toda l
a jornada de luto el 20 de noviembre de 1975. 

La Voz del Ayuntamiento: el discurso del alcalde 

El pleno, convocado urgentemente a las doce horas del mismo día 20 de noviembre de 1975, tenía un doble objetivo que fue el eje del discurso del alcalde Liaño Flores: condolencia por la figura saliente y adhesión a la figura entrante.

1. Elogio y Reconocimiento a Franco

El primer punto del discurso fue, inevitablemente, un encendido homenaje al dictador. Aunque no tenemos las palabras textuales, el contenido se habría centrado en los siguientes puntos, comunes en toda declaración institucional franquista de ese momento:

  • Pérdida para la Nación: El alcalde habría destacado la figura de Franco como "Jefe del Estado, Caudillo de España y Generalísimo de los Ejércitos," lamentando su muerte como una pérdida para la nación.

  • Vínculo con la iudad: se habría enfatizado la "íntima y profunda relación" del Generalísimo con A Coruña, su "capital de verano," recordando la figura de Alcalde Honorario Perpetuo de la ciudad (título que ostentaba desde 1939).

  • Beneficios para Galicia: el discurso habría ensalzado las obras y el desarrollo que Franco supuestamente había proporcionado a Galicia y Koruña, fruto de los Consejos de Ministros celebrados en Meirás.

  • El Sentido de la vida de Franco: El alcalde habría recogido la visión del régimen de Franco como el salvador de España durante la Guerra Civil y el constructor de la paz y el desarrollo económico posterior.

2. Adhesión Inmediata a la Corona

El aspecto más crucial, y políticamente más delicado, fue el de la transición. El alcalde, como autoridad del régimen, estaba obligado a liderar la transición de la lealtad al nuevo Jefe del Estado:

  • Adhesión al Príncipe: El pleno incluyó un voto explícito de "adhesión al Príncipe de España" (Don Juan Carlos de Borbón). El discurso del alcalde habría significado la ratificación del Ayuntamiento a la legalidad sucesoria establecida por Franco.

  • Garantía de Continuidad: El alcalde habría transmitido un mensaje de calma y continuidad a los ciudadanos coruñeses, asegurando que el traspaso de poderes se realizaba según lo previsto por el "Caudillo".

3. Ejecución del Luto Oficial

Finalmente, el alcalde habría detallado las medidas de luto y duelo en la ciudad, ya anunciadas por el Gobierno Civil:

  • Luto Oficial: Se confirmaría la declaración de Luto Nacional y las banderas a media asta en los edificios municipales.

  • Honras Fúnebres: Se coordinaría la asistencia de la Corporación a los funerales en A Coruña (San Pedro de Mezonzo) y la delegación de concejales que viajaría a Madrid para la vela y el sepelio.


La declaración del alcalde de Koruña, aunque hoy parezca una mera formalidad, fue en realidad uno de los primeros discursos de legitimación de la Transición a nivel local, sirviendo como puente entre la autoridad que desaparecía y la autoridad monárquica que emergía bajo la Ley de Sucesión de la Jefatura del Estado.

Homenajes en instituciones y espacios públicos

A las doce del mediodía, la Corporación Municipal celebró un pleno para expresar condolencia y adhesión al príncipe. Autoridades civiles, militares y numerosas personas se acercaron al Gobierno Civil para firmar en los pliegos de condolencia. Las primeras ediciones especiales de La Voz de Galicia se agotaron rápidamente.

Los periódicos que tenían preparado especiales para el día del fallecimiento de Franco, 
se agotaron rápidamente. 

En colegios de la ciudad y provincia se suspendieron las clases en señal de duelo. El Capitán General de Galicia suspendió todas las audiencias previstas, recibiendo llamadas de autoridades de toda la región para expresar condolencias.

El solemne funeral por el eterno descanso de Franco se celebró en la basílica de San Pedro de Mezonzo, con amplia presencia de autoridades: el capitán general de la VI Región Militar, el gobernador militar, generales, representantes civiles y diplomáticos, junto a miles de ciudadanos que abarrotaron el templo. Se instaló un catafalco cubierto con la bandera nacional y guardias de honor del Regimiento de Infantería 29 “Isabel la Católica”. La ceremonia fue concelebrada por el abad de la Colegiata y ocho sacerdotes más. El abad de la Colegiata pronunció una homilía ineludiblemente "precisa y personal", destacando la "vida ejemplar de Francisco Franco como político eminente, hombre de Estado excepcional e invicto soldado"

Imágenes de los funerales que se celebraron en la Basílica de San Pedro de Mozonzo. Arriba las autoridades civiles y militares ante el túmulo. Abajo, una vista del interior de la iglesia. Millares de personas se reunieron tanto dentro como fuera. Foto de La Voz de Galicia. 

El capitán general poniendo una corona de laurel en la Cruz
de los Caídos de Koruña

Ferrol: ofrendas florales y misa en la casa natal

En Ferrol, ciudad natal del dictador, los actos comenzaron con la vigilia extraordinaria en la capilla de Cristo Rey y misa a medianoche. A lo largo del día, el funeral organizado por el Ayuntamiento reunió a autoridades locales, militares y representantes civiles. La casa natal de Franco y la estatua en la Plaza de España se llenaron de flores; unas diez mil personas desfilaron para rendir homenaje, incluidos jóvenes y representantes de gitanos de la comarca, que realizaron una ofrenda floral.

Se organizó además un viaje de falangistas de Ferrol al Valle de los Caídos para asistir a la inhumación de los restos del Generalísimo, con regreso previsto a Ferrol y localidades cercanas. Por la tarde, el Racing de Ferrol celebró una misa en Chamorro aplicada por Franco, su presidente de honor, con asistencia de la directiva y deportistas vinculados al club.

La reacción en Koruña y Ferrol combina emoción popular, respeto protocolario y adhesión al régimen que se desvanecía. Las salvas, campanas, catedrales abarrotadas y ofrendas florales ilustran cómo la muerte de Franco fue recibida en Galicia: un momento en el que la ciudad, el puerto y la comarca se convirtieron en testigos del cierre de un capítulo histórico, entre rituales solemnes y expresiones de afecto popular que marcaron el final de una era.

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