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viernes, 15 de agosto de 2025

Proyectos abandonados: la pajarera del Parque de San Diego

La ciudad atraviesa una etapa gris en su desarrollo y un rumbo incierto. Con un puerto exterior hundido en la deuda de su construcción a pesar de que está empezando a ser una infraestructura con objetivos definidos; con un aeropuerto que no acaba de despegar tras años de un esperanzador crecimiento,  con demasiados centros comerciales que languidecen o directamente han muerto... tenemos una urbe que parece estancada después de los cambios que experimentó entre finales del siglo XX y principios del XXI y a la que poco ayudan los gobiernos mediocres que han ido sucediéndose en los últimos 20 años.

 Un ejemplo, dentro de esta época  anodina, lo podemos encontrar en cómo se han ido quedando obsoletos los museos científicos y otros lugares o infraestructuras emblemáticas que en ciertos casos podríamos decir que están en ruinas. La Casa de las Ciencias apenas renueva sus contenidos aunque se ha hecho lo mínimo para su mantenimiento y que su planetario no haya quedado como un antigualla de los ochenta del siglo pasado. Se pudo aprovechar mejor el espacio de los alrededores para complementar el museo con más contenidos científicos o incluso algún edificio  que  pudiera albergar más exposiciones temporales y/o una biblioteca especializada en publicaciones científicas... La Casa del Hombre tiene una fachada que se cae sujetada por una horrorosa malla y dentro  del edificio vemos los contenidos que un día despertaron la atención del público por su novedad. Ahora la Domus funciona con lo mínimo para no cerrar. De La Casa de los Peces se podría decir un tanto de lo mismo, con deficiencias de bastantes módulos de exhibición en la Sala Maremagnum, si bien es cierto, que en este museo se ha puesto algo más de esfuerzo en la introducción de novedades, aunque han sido escasas. 

Los tres museos andan con lo justito para continuar, intentando arreglar los daños sufridos por el paso del tiempo y poco más.  

Capítulo aparte es el que me gustaría escribir más adelante con otras instalaciones en un estado más preocupantes como son el ascensor del Monte de San Pedro, el Millenium o la Cárcel Provincial.

La pajarera abandonada

Una de las últimas incorporaciones a este tipo de infraestructuras culturales-científicas fue la pajarera que se construyó en el Parque de San Diego. La historia de la pajarera del parque de San Diego es uno de esos ejemplos de cómo en Koruña se puede pasar de un espacio querido y visitado por vecinos y turistas… a un monumento al abandono. Inaugurada en julio de 2001, llegó a albergar en 2004 más de 213 ejemplares de 40 especies distintas. Durante años fue un lugar donde se escuchaban los cantos de decenas de aves y se acercaban familias enteras para verlas de cerca.

Placa conmemorativa de la creación de la pajarera


Pajarera antes de la llegada de La Marea.

Pero todo cambió el 11 de noviembre de 2015 (aunque anteriormente con el alcalde Negreira se había descuidado bastante su mantenimiento hasta el punto de llevarla a una situación de abandono), cuando el gobierno local de entonces, La Marea, decidió desalojar a las aves y trasladarlas al centro ornitológico Avifauna, en Outeiro de Rei, alegando políticas de bienestar animal. A partir de ahí, la pajarera quedó vacía… y en caída libre. Se habló de reconvertirla en un huerto urbano pedagógico para la comunidad educativa del barrio, pero el proyecto fue otro fiasco.

En 2017, tras quejas vecinales por el vandalismo, las pintadas y hasta la aparición de ratas, se hizo una limpieza y se licitó una reforma de 34.800 euros para adaptarla como huerto educativo con mesas y bancales. La idea se canceló en septiembre de ese mismo año “por razones presupuestarias”.

En 2019 se firmó un convenio para que el espacio fuera usado como huerta educativa para mujeres inmigrantes víctimas de violencia machista, dentro del proyecto «Matria» de la ONG Ecos do Sur. Durante un tiempo, las aves fueron sustituidas por cultivos y conversaciones que buscaban ayudar a superar traumas. Pero con la pandemia, el recinto volvió a ser pasto del abandono, el vandalismo y los cristales sucios.

Ahora, diez años después de aquel vaciado, el Concello ha confirmado que planea una inminente rehabilitación de la pajarera, aunque no ha dado más detalles y asegura que “comunicará el proyecto más adelante”. Mientras tanto, lo único que han hecho estos años ha sido limpiar pintadas y arreglar cristales rotos.

Estado actual de la pajarera del Parque de San Diego en total abandono. 

Que la pajarera de San Diego vuelva a la vida sería, sin duda, una buena noticia para un barrio que ha visto cómo este rincón pasaba de ser un punto de encuentro a un nido de problemas. Ojalá, esta vez, las promesas no salgan volando o se vuelva a reusar esa pajarera para un fin absurdo condenado al fracaso.

Diez años de olvido y ahora… ¿una segunda oportunidad?

  • Una vida con alas: Inaugurada en julio de 2001, la pajarera llegó a albergar en 2004 hasta 213 aves de 40 especies distintas, convirtiéndose en un rincón vivo del Parque de San Diego. 

  • El adiós de los pájaros: El 11 de noviembre de 2015, el Concello decidió trasladar todas las aves al centro ornitológico educativo Avifauna (en Outeiro de Rei), por "políticas de bienestar animal". Y ese fue el principio del vaciado 

  • Un huerto que nunca fue: El espacio quedó vacío a pesar de varios intentos de darle nueva vida. En 2017 hubo un proyecto para transformarlo en huerto educativo, con limpieza y licitación valorada en unos 34.800 €, pero fue cancelada ese mismo año por motivos presupuestarios 

  • Un refugio de superación: En abril de 2019, el gobierno local firmó un convenio para que la pajarera se usara como huerta educativa para mujeres inmigrantes víctimas de violencia machista, dentro del proyecto «Matria» 

  • Pandemia y abandono: Tras ese breve respiro, llegó la pandemia y la zona volvió a caer en el abandono. Cristales rotos, suciedad, vandalismo, ratas, pintadas… todo lo que puede pasar cuando un edificio acumula años sin vida.

  • Un anuncio tardío… pero esperanzador: El Concello ha confirmado recientemente que hay previsto un proyecto de rehabilitación que “comunicará más adelante”, aunque aún no hay detalles. De este modo, por fin se vislumbra una luz después de 10 años de olvido 


Reflexión rabuñesa con destino

Es una reliquia urbana que pasó de ser refugio de canto a punto de ruina. La pajarera ha resistido gobiernos, proyectos frustrados, años de indiferencia y hasta intentos de transformación que nunca rindieron frutos. Pero ahí está, aferrada a la memoria de los que aún la recuerdan con nostalgia.

Que ahora vuelvan a hablar de rehabilitarla —lo que sea que signifique eso— suena casi a milagro. A una cornisa para que vuelva a abrirse a paseos, rincones para niños o abuelos, o quizás, en sueños, y esa felicidad de ver un rincón de naturaleza lleno de colores y cantos de una selección de aves procedentes de diversos puntos del planeta y que muchos nunca han tenido la oportunidad de ver. 

Se pudo encontrar una solución menos radical que la desaparición de este pequeño zoológico. Extremando la seguridad de la pajarera con vigilancia de cámaras y guardias humanos y/o robóticos, aislando con verjas el acceso a sus inmediaciones a partir de unas horas y cuidar a los pájaros con personal de limpieza y veterinarios, biólogos y naturalistas se podría recuperar e incluso mejorar este recinto respecto a su estado antes de su desaparición. 

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