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miércoles, 5 de noviembre de 2025

Yeremay encendió la luz: el Dépor vuelve a ser Dépor

 Durante semanas, el Deportivo caminó con el alma enredada entre la ansiedad y la desconfianza. Los tropiezos en Málaga, Santander y ante el Valladolid habían desdibujado la identidad del equipo y, sobre todo, la alegría que alguna vez tuvo el juego herculino. En Zaragoza, sin embargo, volvió el brillo. No el brillo del juego perfecto, sino el del carácter, el del equipo que sabe sufrir y que, cuando encuentra espacio, muerde con clase.

El 0-2 ante el Zaragoza no solo fue un resultado, fue una reconquista emocional. Dos golazos —uno de Mario Soriano, otro de David Mella— sellaron una noche que tuvo nombre propio: Yeremay Hernández, el canterano que recuperó la sonrisa y que recordó al deportivismo por qué vale la pena creer.



El Dépor que necesitaba reencontrarse consigo mismo

Antonio Hidalgo sabía que no se trataba de gustar, sino de reencontrarse. Su equipo venía de una mala racha que había contagiado incluso el ánimo del vestuario. Por eso, en el Ibercaja Estadio, el plan fue simple: no exponerse, no regalar, esperar el momento.

El Dépor se plantó en un 4-2-3-1 que alternaba con defensa de tres, buscando equilibrio. Gragera entró por Stoichkov para reforzar el centro y Soriano volvió a su sitio natural, cerca del área. En las bandas, Mella y Yeremay aportaban electricidad. Y arriba, Zakaria, más voluntarioso que acertado, cumplía el papel de referencia.

El primer tiempo fue una sinfonía a medio gas. El Dépor dominaba el balón, pero sin filo. Yeremay probó en eslalon, Soriano desde la frontal, Mella con un disparo envenenado… pero nada rompía el muro aragonés. El Zaragoza, hundido en su campo y con más miedo que ideas, solo amenazó con una escapada de Toni Moya, desbaratada por Germán Parreño, otra vez seguro bajo palos.


El descanso llegó con una sensación agridulce: el Dépor tenía el mando, pero no los colmillos.


Soriano abrió el cielo

Todo cambió a los 54 minutos. Una falta en la esquina del área, Yeremay toca en corto y Mario Soriano, con la confianza de los que saben lo que hacen, suelta un derechazo que se cuela por la escuadra. Golazo de bandera. No solo por la ejecución, sino por lo que significó: el inicio del desahogo.

El gran gol de Soriano fue decisivo para la victoria. Foto de La Voz de Galicia.

El 0-1 trajo un Dépor más cauto. Hidalgo pidió pausa, líneas juntas, nada de aventuras. El Zaragoza empujó con más voluntad que acierto, mientras el equipo koruñés aguantaba ordenado, esperando el contragolpe que matase el partido.

Y ese contragolpe llegó. Y fue arte puro.


La jugada del año

Minuto 72. Yeremay recibe el balón en su propio campo, de espaldas. Un toque de tacón, un giro y arranca la moto. Cincuenta metros de carrera, Ale Gomes pegado a su oreja, el estadio conteniendo el aliento. Al llegar al área, el canario frena el tiempo y, con otro toque de espuela, deja solo a Mella. Gol. 0-2. Fin de la historia.

Yeremay autor de una jugada para recordar que finalizo de maera
no muy ortodoxa Mella. Foto de La Voz de Galicia. 

El Zaragoza quedó tendido en la lona, como un boxeador que no sabe ni de dónde vino el golpe.

Yeremay se fue al banquillo ovacionado por sus compañeros. Lo suyo fue algo más que una jugada: fue un acto de liberación futbolística. Venía cuestionado, gris, dubitativo… y en una noche de noviembre se recordó a sí mismo y a todos los demás por qué lleva el 10 en la espalda.


La madurez del sufrimiento

Lo mejor del partido no fue solo la chispa de los goles, sino la solidez. El Dépor por fin supo manejar los tiempos. No se desordenó, no concedió espacios absurdos, y cuando tocó defender, lo hizo como bloque.

Hidalgo, criticado por su inmovilismo en jornadas anteriores, acertó al proteger el centro del campo y dejar a Yeremay como hombre libre para los contragolpes. La idea fue sencilla, pero eficaz: ser pasivos sin ser contemplativos. No presionar a lo loco, sino esperar el error rival.

El Zaragoza, hundido en su propio desconcierto, apenas generó peligro. Y cuando lo intentó, Parreño y la defensa respondieron con temple.


El Dépor del talento y la paciencia

La victoria en Zaragoza no fue una exhibición de fútbol, pero sí una lección de oficio. A veces, la belleza no está en el toque, sino en la contención. En saber esperar el momento justo para golpear.

El Deportivo recuperó algo más importante que los tres puntos: la confianza. Volvió a reconocerse como equipo y recordó que en esta categoría, antes que jugar bonito, hay que saber resistir.

En el Ibercaja Estadio no solo se ganó un partido. Se recuperó una identidad, un espíritu. Ese que mezcla garra, talento y una pizca de locura. Ese que siempre tuvo el Dépor grande, y que por momentos parecía haber olvidado.


El regreso del Dépor rabuñeiro

Cuando Yeremay cabalgaba medio campo con el balón cosido al pie, no solo corría hacia la portería. Corría hacia algo más simbólico: hacia el recuerdo del Dépor que se levantaba, el que nunca bajaba la cabeza.

Y eso, más allá del 0-2, es lo que celebró el deportivismo. Porque este equipo, con sus imperfecciones y sus dudas, tiene alma. Y cuando se enciende, como en Zaragoza, huele a Koruña, a Riazor, a ese fútbol de barrio que emociona incluso cuando no brilla.

UNO POR UNO: LOS NUESTROS EN ZARAGOZA

⭐ El mejor: Yeremay (9)
La noche fue suya. En la segunda parte jugó como si tuviese luz propia: dueño del balón, del ritmo y de las emociones. Firmó una acción ‘maradoniana’ en el 0-2 que ya se guarda en el archivo sentimental del deportivismo.

Germán Parreño (7)
Seguro, sereno y con reflejos. Una parada clave en la primera mitad y autoridad en el juego aéreo. Da tranquilidad a la defensa cuando más se necesita.

Lucas Noubi (4)
Le faltó medida y temple. Fue al límite en muchas acciones, dejando huecos que el rival aprovechó. Necesita ajustar su ímpetu con cabeza.

Arnau Comas (5)
Alternó aciertos con momentos de inseguridad. No fue su partido más brillante, pero ayudó a mantener la portería a cero, que ya es mucho.

Miguel Loureiro (6)
Trabajo y más trabajo. Sufrió con los centros del Zaragoza, pero cumplió con oficio. Se nota cuando vuelve a su rol más natural.

Giacomo Quagliata (6)
Tardó en soltarse, pero cuando lo hizo, aportó profundidad. Su banda fue fuente de peligro y asistente indirecto en la jugada del primer gol.

José Gragera (5)
Recién llegado al once, ofreció equilibrio y orden, aunque aún está lejos de su mejor versión. Necesita continuidad.

Diego Villares (5)
Su presión incansable casi provoca un gol. Mejor a campo abierto que en ataque posicional. Siempre deja el alma.

David Mella (6)
Más listo que el hambre en el 0-2. Supo leer la jugada de Yeremay y cerró el partido con frialdad. Siguió incisivo por su banda.

Mario Soriano (7)
Volvió a su zona de peligro y se notó. Golazo desde la escuadra y participación activa en la creación. Es más jugador cuanto más cerca está del área.

Zakaria Eddahchouri (4)
Perdido entre centrales, sin presencia ni claridad. No fue su tarde, aunque cumplió en la presión.

Stoichkov (5)
Entró con el partido encarrilado, pero sin chispa. Le faltó dejar su huella.

Barcia (5)
Entró para dar oxígeno en el tramo final. Cumplió sin complicarse.

Herrera (-)
Pocos minutos, sin incidencia destacable.

Ficha del partido

0 - Real Zaragoza: Adrián Rodríguez; Pomares, Insua, Gomes, Aguirregabiria (Juan Sebastian, min.83); Toni Moya, Francho; Valery (Paulino, min.83), Guti (Kodro, min.68), Cuenca (Pau Sans, min.36); y Soberón (Bazdar, min.68).

2 - Deportivo: Germán; Quagliata, Comas (Dani Barcia, min.79), Loureiro, Noubi, Melia; Mario Soriano (Luismi Cruz, min.79), Villares, Gragera; Yeremay (Cristian, min.87) y Eddahchouri (Stoichkov, min.66).

Goles: 0-1. Min.54, Mario. 0-2. Min.73, Mella.

Árbitro: Saúl Ais Reig. Amonestó con cartulina amarilla a Soberón, por el Real Zaragoza, y a Comas, por el Deportivo.

Incidencias: partido correspondiente a la duodécima jornada de LaLiga Hypermotion disputado en el Ibercaja Estadio ante 14.566 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria del jugador del equipo cadete y socio del club Jorge Casado, fallecido el pasado lunes. Tras el minuto de silencio una parte de los asistentes abandonaron sus localidades en protesta por la situación del equipo y de la entidad y regresaron en el minuto 10.


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