Koruña se encuentra en uno de los momentos urbanísticos más decisivos de las últimas décadas. La ciudad está a las puertas de un cambio que afectará a su manera de crecer, de relacionarse con el mar y de proyectarse hacia el exterior. Tres grandes vectores —la urbanización del Monte Mero, la retirada definitiva de las infraestructuras de fuel del puerto interior y el ambicioso proyecto de la nueva fachada marítima, reforzado recientemente por el viaje institucional de la alcaldesa a Nueva York— dibujan un escenario de transformación que también tiene reflejo en la conexión del paseo marítimo desde Oza hasta el Puente de Pasaje, configurando un eje costero continuo entre Koruña y Culleredo.
La nueva expansión urbana: el Monte Mero
La operación de Monte Mero se ha convertido en una de las actuaciones más comentadas por su impacto en un espacio natural y simbólico para la ciudad. La intención municipal es habilitar suelo para vivienda y equipamientos, abriendo un nuevo sector urbanizable que, de ejecutarse, alterará de manera sustancial el paisaje. La cuestión ecológica sigue en el centro del debate, ya que Monte Mero constituye uno de los límites verdes tradicionales del municipio. Sus críticos alertan de que cualquier intervención debe ser extremadamente cuidadosa para no repetir errores urbanísticos del pasado, mientras que sus defensores sostienen que la ciudad necesita crecer hacia zonas ordenadas y bien planificadas, evitando la dispersión y consolidando servicios.
| Imagen del muro de edificios que va a ocupar el Monte Mero. La Voz de Galicia. |
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| En el límite con Culleredo, junto con la transformación de As Xubias y el nuevo paseo marítimo, la ciudad vivirá uno de sus mayores transformaciones urbanísticas. |
El desmantelamiento de las instalaciones del almacenamiento de fuel y la nueva fachada marítima
A la vez, avanza el desmantelamiento de las infraestructuras vinculadas al almacenamiento y transporte de fuel en el puerto interior. Esta retirada, que incluye la eliminación de tanques, tuberías, zonas valladas y elementos industriales obsoletos, marca un punto de inflexión en la relación de Koruña con su puerto histórico. La desaparición de estas instalaciones permitirá que grandes extensiones de borde marítimo, hasta ahora inaccesibles, puedan integrarse en un proyecto urbano abierto, ciudadano y ambientalmente más saludable. La limpieza industrial del litoral no solo libera espacio, sino que facilita que el puerto pueda reconvertirse hacia actividades más sostenibles y compatibles con la vida urbana.
En ese marco se inserta el gran proyecto de la nueva fachada marítima, concebido no como una obra aislada, sino como un rediseño integral del frente costero ligado al puerto interior. La propuesta incluye la creación de nuevos espacios verdes, paseos peatonales, áreas culturales y deportivas, zonas de interacción ciudad-puerto y una definición más clara de los usos portuarios compatibles con el entorno urbano. Se esperan también actuaciones relacionadas con la movilidad, ampliación de sendas ciclables, mejor conexión con los barrios ribereños y la creación de espacios públicos que favorezcan un uso continuo del borde marítimo desde Los Cantones hasta Oza.
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| En los próximos años la ciudad tendrá que plantear cómo usar el espacio portuario. |
Este proyecto fue precisamente uno de los pilares del reciente viaje de la alcaldesa a Nueva York, donde participó en encuentros con representantes institucionales, agentes metropolitanos y empresas del ámbito urbanístico y portuario. La visita buscó presentar la transformación koruñesa como un caso de estudio internacional y atraer interés para posibles colaboraciones o inversiones. La idea central es que Koruña quiere situarse entre las ciudades atlánticas que han logrado reconvertir antiguos espacios portuarios en enclaves urbanos de innovación, cultura y vida ciudadana.
Un elemento clave para entender esta transformación es la culminación del eje marítimo que conectará el paseo de Oza con el que bordea la ría hasta llegar al Puente de Pasaje, justo en el límite con Culleredo. Esta continuidad permitirá recorrer de manera ininterrumpida un extenso frente litoral que antes estaba fragmentado por usos industriales, barreras físicas y sectores clausurados al público. La recuperación de estos tramos permitirá unir el paisaje urbano tradicional con los espacios portuarios renovados, integrando playas, zonas verdes, antiguos muelles y caminos peatonales en un mismo corredor costero.
En conjunto, la urbanización de Monte Mero, la desaparición de las infraestructuras de fuel, el nuevo planteamiento de fachada marítima y la ampliación del paseo marítimo componen una visión común de ciudad: una Koruña que quiere crecer con orden, mejorar su relación con el mar y posicionarse más allá de su escala local, sin perder su identidad atlántica. La ciudad se mueve hacia un modelo donde el puerto deja de ser una frontera, el litoral se convierte en un espacio de encuentro y la planificación urbana aspira a combinar sostenibilidad, convivencia, actividad económica y calidad de vida. Un futuro que ya se empieza a escribir y que exigirá diálogo, precisión y mirada larga para cumplir sus promesas.


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