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lunes, 9 de junio de 2025

Bendito Atlántico

 Bendito Atlántico sí, las temperaturas elevadas que ya están soportando buena parte de Espaaña, tienen su freno en la costa cantábrica y atlántica norteña. La fría temperatura del mar amortigua el calor procedente de África que estos días asciende desde bajas las latitudes más altas hasta el norte. 

Mientras buena parte de la Península Ibérica se enfrenta ya a temperaturas asfixiantes, con máximas que rozan o superan los 40 grados en el centro y sur del país, incluso en zonas del sur de Galicia, en Koruña nos dirigimos hacia el verano con esa contención térmica que solo el Atlántico sabe regalar. El mar, todavía frío en esta época, actúa como una barrera natural frente al calor abrasador que asciende desde el norte de África y que envuelve sin tregua a buena parte del territorio español.

Un verano infernal

Las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) apuntan a un verano más caluroso de lo normal en prácticamente todo el país, con una probabilidad del 70 al 100 % de superar los valores medios. Ya en junio se han registrado episodios de calor extremo, y la tendencia parece que continuará en julio y agosto. Pero mientras en ciudades como Sevilla o Córdoba las temperaturas superan los 36 ºC y las noches apenas bajan de los 21 ºC, en Koruña la brisa del nordés y el abrigo oceánico mantienen las máximas por debajo de los 25 ºC en la mayoría de los días. Solo en jornadas muy puntuales se podrían alcanzar los 30 ºC.

Un refugio climático estival

Este contraste térmico convierte a Koruña en uno de los mejores destinos para el verano en toda la Península. Un auténtico refugio climático que, aunque algunos años recibe el estío con timidez y llovizna, ofrece una calidad de vida difícil de igualar en julio y agosto. Aquí no se necesitan aires acondicionados ni ventiladores a pleno rendimiento. Las noches permiten dormir bien y el día se disfruta sin ese agobio constante que, en otras regiones, obliga a refugiarse bajo toldos o a permanecer encerrados en casa con las persianas bajadas.

Las estadísticas refuerzan esa sensación. Mientras en el interior peninsular los termómetros se disparan y las precipitaciones desaparecen casi por completo —en julio apenas se recogen 0,2 mm de lluvia en muchas zonas del sur—, en la costa atlántica gallega los veranos son más templados, con temperaturas suaves y humedad moderada. La temperatura del agua en la costa coruñesa ronda los 18 a 20 ºC, lo que puede parecer frío al principio, pero ofrece una experiencia revitalizante y única en plena canícula.

En un país donde las olas de calor se han duplicado desde 2010 y ya se contabilizan entre 24 y 41 días de temperaturas extremas al año, Koruña resiste como un bastión climático. Un oasis en el que los veranos no son una amenaza, sino una estación amable, fresca y disfrutable. Mientras millones de personas se debaten entre el ventilador y el aire acondicionado, los koruñeses agradecen al Atlántico y a su querido nordés ese frescor casi milagroso que convierte julio y agosto en algo parecido a un privilegio.

Así que sí: bendito Atlántico. Bendito ese viento helado que baja por Riazor en pleno agosto y te congela en la Torre de Hércules o el Monte San Pedro. Benditas esas tardes con chaqueta ligera y esas noches que invitan a dormir bajo manta. Frente al sopor y la asfixia que castigan a buena parte del país, en Koruña el verano se vive con otro ritmo, otro olor, otra temperatura. Más humano, más respirable, más feliz.

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