Koruña desaparece entre la niebla: el fin del veroño

 Parecía que el veroño iba para largo. Que el sol se había hecho dueño del puerto y las terrazas, y que el otoño había decidido quedarse otro año más a las puertas de la ciudad, esperando turno. Pero Koruña nunca engaña por mucho tiempo. Este viernes 17 amaneció envuelta en una niebla densa, fría y misteriosa, de esas que borran la Torre, el mar y hasta las ganas de madrugar.

Los koruñeses, ya acostumbrados a los días de verano disfrazado de octubre, se encontraron de repente con una ciudad desaparecida, donde apenas se veía más allá de unos metros. La niebla ocultó el sol durante buena parte del día, y aunque los termómetros marcaban más de 20 grados, la sensación era muy distinta: un frescor húmedo, casi gallego de verdad, que devolvía la memoria de lo que es el otoño por estas tierras.

La niebla como aviso

Dicen los viejos del puerto que cuando la niebla se mete en el Orzán, algo se mueve mar adentro. Y tenían razón. Porque este manto blanco ha sido el anuncio del cambio de tiempo: a partir del sábado por la noche, MeteoGalicia avisa de lluvias que volverán a pintar de gris los cielos de la bahía.

La niebla volvió a engullir Koruña. Foto de El Ideal Gallego. 

El sábado será un día de nubes y claros, con temperaturas que rondarán entre los 14 y los 25 grados, pero al caer la tarde llegarán los primeros chubascos. El domingo ya vendrá con todo: lluvias más persistentes, máximas que no pasarán de 22 grados y ese aire del norte que te cala el alma aunque lleves paraguas.

Adiós al veroño, ola al otoño

El veroño se despide como llegó: con un último respiro de calor y una niebla que lo borra todo, como si quisiera dejar el lienzo limpio para el siguiente acto. A partir de ahora, el Atlántico recupera su papel protagonista: orballo, viento, paraguas que salen volando y esa luz gris que hace que los colores de Koruña brillen más que nunca.

Puede que el sol se esconda, pero la ciudad sigue máxica, igual que siempre. Porque cuando Koruña desaparece entre la niebla, en realidad lo que hace es recordarnos que aquí, incluso el mal tiempo tiene su encanto.