Deportivo: otra vez al fango

Cuando parecía que por fin el Dépor volvía a levantar la cabeza, venciendo al Granada en Riazor, uno de los pocos clubes de esos tres que al final de la liga puede quedar por debajo para no descender, zasss, empatan el partido con la enorme frustración para todos los aficionados que se hacían ilusiones.

El cielo gris koruñés de este domingo cenizo parece más plomizo. Los claros se cerraron con turbias nubes tormentosas. De poco han valido los goles de José Rodriguez y del retornado Lucas Pérez, la estrella futbolística koruñesa que parece cumplir en sus partidos hasta que su luz momentánea vuelve a apagarse con alguna nueva lesión. El Granada metió a falta de pocos minutos para el final... bajándonos al infierno cuando ya nos disponiamos a disfrutar de la esperanzadora calidez de un 2-1 en esta fría tarde de invierno, que se hizo gélida con el baño de agua helada pasado de moda fuera del periodo estival.

La cara de Cavaleiro lo dice todo.

A los que seguimos desde hace muchos años los vaivenes de este Dépor, tardes tan aciagas como la de hoy, hacen recordar con pesimismo los peores momentos del club y despertar en este final de semana, en el momento más depresivo sin más añadidos, muy malos presagios en esta segunda vuelta que le queda a los deportivista por sufrir. Sobre las heridas abiertas sin cicatrizar caen nuevos latigazos que las vuelven a abrir. Lo peor de todo es la sal que luego echa el entrenador, Víctor Fernández, al final de cada partido con sus interpretaciones a lo Oráculo de Deifos,  buscando la razón de los males del Dépor en el fatalismo marcado por las deidades.

De momento así está la clasificación, quizás en la noche de hoy el Deportivo acabe en posiciones más abajo (parece increíble que todavía haya equipos más abajo).

A todas estas, andan por ahí celebrando el primer año del presidente Costantino Fernández como si tratara del líder triunfante que esperábamos cuando de momento, está sorteando los malos percances que le caen encima como buenamente pueden (plegado ante las demandas difícilmente realizables de Hacienda y la LFP;  echando a mucha gente, incluido el entrenador en el que tanto confiaba en una actitud bastante despótica y poco clara en sus motivos; rodeado de un equipo que no ha sabido hacer una buena planificación deportiva y engalando su gestión con marketing que escaso beneficio aporta a pesar de que de momento poco se ha visto de esos cambios revolucionarios en la imagen y comunicación). Quizás Tino no imaginó que eso de ser presidente de un club con serios problemas de viabilidad no fuese tan complicado.