Rigoberta, reina pop y rabuña por un día

 El Coliseum se transformó este sábado en un templo laico de emociones pop, con misa mayor oficiada por Rigoberta Bandini. Y qué queréis que os digamos: salimos tod@s salvad@s.

La catalana, esa que se coló en nuestras vidas con un “Ay mamá” y se quedó con un “Busco un centro de gravedad permanente”, aterrizó en Koruña con su nuevo espectáculo, una mezcla entre musical, performance, y experiencia de sanación colectiva. Cinco mil almas, ni más ni menos, vibraron durante hora y media con un show que igual te hacía bailar que te ponía un nudo en la garganta.

Rigoberta Bandini en el Coliseum

Abrió con estruendo, con el Club de Xavalas Tristes, y desde ahí no bajó la intensidad. Fue enlazando temazos como Simpática pero problemática, Enamorados o Brindis con una historia de fondo: Rigoberta tenía que evitar ser expulsada de un reality musical. Lo consiguió, claro. ¿Cómo no iba a hacerlo alguien que canta In Spain we call it Soledad con esa potencia y ese desparpajo?

Hubo momentos de piel de gallina —como Aprenderás, con imágenes de toda su carrera, o Si muriera mañana— y también de reivindicación con esa joya llamada Pamela Anderson. Nos dijo: “Pamela lo somos todas”, y ahí estábamos nosotras, coreándolo como si fuera un mantra.

Y entre tanto amor, no faltó la fiesta. Que si chupitos repartidos entre el público, que si perreo con Perra ("Koruña es full perras", declaró con aplauso incluido), que si un Kaiman rugido a coro desde las gradas. No dejó títere con cabeza ni espíritu sin levantar.

Para el final se guardó dinamita: Too many drugs, Ay mamá y una versión bien arriba del Centro de gravedad permanente de Battiato. Nos dejó como nos gusta: sudando purpurina emocional y con ganas de más.

Y sí, Rigoberta: ya eres de casa. Vuelve cuando quieras, que aquí abajo te queremos con amor del bueno