Después de casi dos años mareando la perdiz, la familia Franco ha accedido —por fin— a cumplir con lo que marca la ley: abrir la Casa Cornide al público. Eso sí, como quien cumple por obligación y sin muchas ganas. Desde ahora, si quieres visitarla, podrás... pero será los lunes, solo cinco personas por hora, y nada de fotos, vídeos ni grabaciones. Vamos, una visita exprés con la boca tapada y las manos atadas.
Las reservas se hacen online (en esta web) y tienen que pedirse con 24 horas de antelación. La primera tanda de citas, para el lunes 4 de agosto, ya está llena. Nada hasta septiembre. Éxito... o estrategia de mínimos.
De BIC a VIP restringido
La apertura no es un gesto de generosidad, sino la obligación derivada de la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), lograda hace casi dos años. Desde entonces, el Concello y entidades como la Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica han presionado para que se cumpla la normativa. Ante la negativa de los herederos del dictador, la Xunta impuso una multa de 3.000 euros. Parece que ese pequeño pellizco al bolsillo ha surtido más efecto que el clamor social o la justicia histórica.
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| Casa Cornide |
Una rendija, no una puerta
El movimiento de los Franco se siente más como una rendija que como una puerta abierta. Sin posibilidad de documentar lo que se ve dentro, sin visitas los fines de semana ni festivos, sin recorrido más allá del que marquen ellos… y con un aforo simbólico, que ni para formar un equipo de fútbol sala. La ciudadanía sigue sin un acceso digno y libre a uno de los edificios más emblemáticos del casco histórico de Koruña.
Y mientras la propiedad definitiva de la casa aún se dirime en los tribunales, esta apertura a regañadientes es otra escena de ese largo sainete. Como si te invitaran a tu propia casa, pero solo los lunes, y sin tocar nada.
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